No, no me sale a cuenta no confiar en la gente. Prefiero mil veces pecar de confiada y llevarme un chasco de vez en cuando que ir por la vida sospechando oscuras intenciones.
No me sale a cuenta porque creo que el ochenta por ciento de las personas que me rodean es buena gente y prefiere confiar, y sólo un veinte por ciento pertenece al club de los suspicaces y amargados. Si no fuera así, si la mayoría de la gente se pasara el tiempo imaginando lo peor de los demás, la vida sería insoportable.
Sé que incluso el ochenta por ciento que tiende a la confianza y la amabilidad a veces puede tener un bajón, un mal día, una mala influencia y jugarme de pronto una mala pasada. No lo voy a tener en cuenta. Pasa muy pocas veces.
No me sale a cuenta porque vivir instalada en la desconfianza debe ser muy desagradable y malo para la salud. Sin embargo… ¡me interesa!. Me pica la curiosidad por entender las razones.
- Hipótesis uno: la persona que desconfía por sistema está convencida que sólo ella puede hacer las cosas bien o que sólo ella tiene razón.
- Hipótesis dos: la persona que desconfía por sistema piensa que, aunque muestra su verdad -¡la verdad!- a los demás, estos son idiotas y no la van a entender. Entonces, ¿para que compartir? ¿para que molestarse?
- Hipótesis tres: la persona que desconfía por sistema se gusta a sí misma desconfiando. Cree que manifestar desconfianza es una inequívoca señal de perspicacia, de inteligencia. Lo contrario a la tontorrona y blandengue confianza.
No tengo ni idea acerca del motivo…
Anna Ramis, en uno de sus últimos posts, afirma que La confianza entre las personas es un elemento básico de la relación, un valor de la relación humana que hace posible la riqueza, el crecimiento, la profundización y el descubrimiento de nuevas posibilidades.
A lo largo de la vida una recibe a veces chascos y decepciones, es inevitable. Es lo que tiene confiar en los desconfiados, personas en las que has confiado desde el minuto cero a las cuales se les va la olla de repente, se apuntan a las teorías conspirativas y sospechan cualquier traición en cada palabra que dices.
A pesar de todo, al menos en este aspecto, soy inasequible al desaliento. No me van a contaminar. Me duelen las personas desconfiadas, claro, pero al mismo tiempo me siento feliz de no pertenecer a su club.
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