Las películas no compiten entre ellas, sólo pueden sumar, manifestó Fernando León de Aranoa al recoger hace unos días el Premio Goya al mejor Guión Adaptado.
Pienso que tiene razón. El adversario no es la otra película, la otra producción, el otro director, sino el desafecto hacia el cine, el desprecio por la cultura, la pereza del consumidor…
Por la misma regla de tres hace tiempo que me pregunto por qué compiten entre ellas las entidades sociales que persiguen una misma causa justa. Vale, no todas compiten, seguro, pero una cierta tendencia sí hay. Reflexionando sobre esto veo por lo menos tres motivos:
- Porque necesitan fondos públicos y privados para subsistir. Éstos son limitados y con frecuencia supeditados a concurrir a subvenciones, convenios y convocatorias de todo tipo, con lo cual muchas veces unos ganan y otros no. Es el conflicto del reparto del pastel: no suele haber para todos.
- Porque necesitan notoriedad y hacerse visibles, bien sea para visibilizar y difundir la propia causa que persiguen, bien sea para ser más relevantes a la hora de conseguir fondos (y nos vamos al punto anterior). Por tanto, para destacar en territorios de relativo minifundismo asociativo a veces las entidades tienen que levantar la cabeza un poco más alto que aquellas que se dedican a la misma causa.
- Porque los miembros y líderes de las entidades sociales están inmersos, como todo el mundo, en una sociedad competitiva. No vienen de otro planeta ni de Disneylandia. Más allá de la causa que defienden, si tienen estructura laboral, los trabajadores tienen que cobrar cada mes -aunque sea mucho menos de lo que se merecen-. Y si tienen que cobrar cada mes, eso quiere decir, hasta cierto punto, competir en el mercado.
Probablemente llegaríamos a la conclusión de que va a ser inevitable la competición entre entidades sociales hermanas, que defienden una misma causa. Sin embargo, algo hay de éticamente contradictorio en esta situación, puesto que se trata de iniciativas críticas con la sociedad competitiva y rastrera que tenemos.
Creo que por lo menos hay dos cosas que sí pueden hacer:
La primera es colaborar efectivamente en aquello que sí sea posible. Puesto que nos va a tocar competir en algún momento, hagamos lo posible por buscar espacios de colaboración. Los resultados innovadores y espectaculares de trabajar juntos los vemos cada día en la consultoría social Inpacte.
La segunda es ser sinceros cuando toca competir, no esconder la situación, hablar lo más claro y pactar todo lo que podamos. Puesto que somos entidades sociales hermanadas por la defensa de una causa, comportémonos con elegancia fraternal también en la competición.
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