Para las personas que militan en un partido político resulta difícil aceptar que las propuestas de otro partido pueden ser razonables. Parece que si se milita en partidos diferentes, todas las propuestas deben ser diferentes, y a ser posible opuestas… ¡o sino podríamos tener una crisis de identidad!.
Pero en general, y sobre todo aplicado a la política local, esto es imposible. En la práctica se pueden compartir muchos puntos de vista y también muchas maneras de concretarlos. ¿Desearíamos discrepar más? ¿Da rabia coincidir? ¡Pues así es!
Empecinados como estamos en buscar nuestra identidad y nuestro prestigio por contraposición al adversario, desaprovechamos muchas ocasiones de compartir estrategias. Cuando esto ocurre, todos salimos perdiendo.
Por eso tiene valor la Pacto por la Vega de Granada, una iniciativa que ha logrado el consenso de todos los grupos políticos representados en el Parlamento Andaluz.
Estos grupos se van a pelear por cualquier cosa. Eso ya lo tienen y ya lo saben hacer. Pero si han encontrado en la Vega de Granada un espacio de consenso, tal vez puedan transferir la experiencia aprendida a otros ámbitos, que buena falta nos hace.
A parte del valor ambiental y cultural de este logro colectivo, uno de los factores más llamativos es que se trata de una propuesta nacida de la escuela. Han sido 1.000 profesores y 20.000 alumnos los que han conseguido este milagro, con su trabajo persistente y motivador desde hace ocho años.
Es verdad que la escuela por si sola no puede transformar el mundo, pero qué duda cabe de que puede provocar cambios prodigiosos… como hacer madurar a los partidos políticos, por ejemplo.
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