¡Seguro que que es una buena cosa que las familias ayuden a sus hijos a aprender! En este sentido… ¿los deberes son una buena herramienta? ¿O todo lo contrario?
Este fue el núclo de la presentación del libro de Jaume Funes Cal fer deures? Mares i pares que ajuden a aprendre (¿Es necesario hacer deberes? Madres y padres que ayudan a aprender) que se presentó el martes pasado en La Casa del Llibre.
Cuando se intenta reflexionar y responder a esta pregunta, se mezclan a veces muchos ingredientes: “no todos los deberes son iguales”; “el diferente capital cultural de las familias acaba convirtiendo los deberes en un elemento más de desigualdad escolar”; “no todos los niños al volver a casa tienen un familiar que pueda ayudarlos”, etcétera.
Personalmente, me interesa mucho una de las reflexiones que Marta Comas aportó al debate: la necesidad que tienen los niños de contar con un rato de aislamiento, concentración y silencio para ordenar y digerir lo que han trabajado durante el día.
Me voy a remontar al pleistoceno, pero recuerdo que cuando mi hija era pequeña no le ponían en la escuela tareas absurdas. Los deberes eran interesantes y ayudaban a tomar conciencia individual de lo que se había trabajado colectivamente en el aula.
Y ese momento de pequeña soledad, sin ruído alrededor, en que ella se concentraba en pensar y realizarlos lo mejor posible era absolutamente saludable.
Que se llamen deberes o no me da igual. Pero tengo claro que todos los niños tienen derecho a momentos como ése.
Completamente de acuerdo. Es importante que los chicos tengan un espacio de autonomía y de vida interior. A veces pecamos de demasiada actividad dirigida.. Ahora bien, no TODAS las familias tienen las mismas oportunidades en este sentido. Por eso es importante que la escuela ofrezca alternativas que compensen carencias. Horas de estudio individual , ambientes acogedores, espacios de serenidad y acogida tiene que caber en la escuela. También son importantes. Bastante más importantes que las asignaturas y los exámenes