¡Me encanta el concepto de entrenamiento cruzado! Lo he aprendido a través de las revistas de running y de deporte en general.
Básicamente consiste en lo siguiente: Imagina que eres un deportista tipo Kilian Jornet. Tu deporte es la carrera de montaña.
Pero resulta que practicando otros deportes refuerzas algunos aspectos que inciden favorablemente en tu especialidad.
Por ejemplo el esquí, o el ciclismo, o la escalada. Uno te refuerza los cuadríceps, otro te mejora el equilibrio, otro te ayuda a controlar los nervios… y todo ello lo necesitas.
Entre una cosa y otra, tu entrenamiento puede ser más eficaz, más variado y más divertido que si te centraras sólo en correr por la montaña.
Este octubre pasado, durante las entrevistas de tutoría con mis alumnos, les insistía en la necesidad de practicar otras actividades que, si bien son diferentes a la comunicación en público -aquello para lo cual se estaban preparando- de alguna manera la apoyan y fortalecen.
Por ejemplo cantar, hacer teatro, contar cuentos a los niños… incluso contar chistes en una reunión de amigos.
Esto me lleva a pensar cuántas veces tenemos delante un reto profesional, personal, familiar… que parece que sólo se puede alcanzar esforzándonos en línea recta. Tal vez no es lo mejor.
¿Qué entrenamiento cruzado podemos buscar para encontrar empleo? ¿Para aprobar una asignatura que la tenemos atravesada? ¿Para abandonar de una vez por todas una pareja que nos está amargando la vida?
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