¡Con lo que me gustan los esquemas, las síntesis y los resúmenes de pocas palabras!
Pues esta vez va a ser que no, no me veo capaz de resumir nada de lo vivido en el sur de Índia.
Me conformo con recordar los impactos y los contrastes. Los voy a guardar con mimo, por si alguna vez me veo con ánimos de montar el puzzle.
Una idea fuerte me sirve de eje para ir ensartando las piezas: éste es el mundo real, el mundo de las tres cuartas partes, en dónde nosotros en realidad no vivimos.
Motos con cuatro pasajeros y ninguno con casco. Basura y escombros por todas partes y mujeres con flores de jazmín en el pelo. Comida picante y, sin embargo, digestiva. Todo el mundo suda y nadie huele mal… ¿será la alimentación?
La inocencia de los niños que piden hacerse una foto contigo, pero no te piden la foto. Científicos de altísimo nivel sujetos en su vida personal a costumbres arcaicas.
El miedo de pasar mucho calor y la sorpresa de aguantarlo. Ríos enormes sin agua y playas inmensas donde nadie se baña.
Espiritualidad intensa y enormes diferencias entre castas. Dioses y templos milenarios por todas partes. Algunos pintados de colores pastel, que recuerdan vagamente la estética de las fallas.
Carteles y vallas publicitarias omnipresentes. Austeridad y despilfarro.
Caos en las ciudades, tráfico infernal. Cuervos en lugar de palomas y gaviotas. Ardillas en lugar de gatos. Más cabras que vacas, pese al tópico.
Los niños y niñas de la jornada deportiva de JAL, alegres y obedientes: una combinación insólita en nuestro país…
Nandri a Pondicherry, Thanjavur, Chettinad, Trichy, Madurai, Chennai. Nandri a los artesanos de las baldosas, a los recolectores de anacardos, a los vendedores de especias, a los tejedores de saris y panjavis.
Nandri a los adoradores de Brahma, Shiva, Parvati, Vishnu, Ganesh, a los conversadores y filósofos callejeros.
Nandri a todas las personas hindús, musulmanas, católicas, gipsy, que impulsáis JAL. Os llevaremos siempre en nuestro corazón.
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