Domingo participé una vez más en la Caminata Internacional de Barcelona, en el itinerario de 30 km por los alrededores de la ciudad.
Recorre la parte occidental del Parque Natural de Collserola, atravesando lugares tan bonitos -y a veces tan abandonados- como el de la foto.
La ruta me ofreció el regalo inesperado de la conversación con Pablo, a quien no conocía. ¡Coincido con el amigo Gonzalo en que caminar es una forma de aprender!.
Más o menos en el kilómetro 17 me topé con él y me llamó la atención la bandera de su mochila. ¿De dónde es usted? -pregunté.
Confieso que formulo muchas veces esta pregunta. Tengo comprobado lo útil que resulta: es como abrir una puerta a cantidad de informaciones interesantísimas, al menos para mí, que soy una curiosa compulsiva.
A partir de ese momento iniciamos Pablo y yo una conversación que duró otros 13 kilómetros. Sobre Ecuador, sobre la política educativa de su gobierno, sobre su condición de becario universitario en Barcelona, sobre la biotecnología y los microorganismos del suelo…
Me llamó la atención el concepto potente de devolución del 2×1. Si el Estado te beca por cuatro años en una universidad extranjera, tienes la obligación de trabajar luego en Ecuador por lo menos ocho años.
¿Y eso? – preguntaría más de un españolito encantado de haberse conocido.
Pues para devolver a la sociedad lo que ésta invirtió en tu educación. ¡Qué clarísimo parece! ¡Qué manera concreta de fomentar la responsabilidad social de los ciudadanos!
Algo de lo que aquí no vamos demasiado sobrados.
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