A lo largo de los diez años que llevo explorando y difundiendo el aprendizaje-servicio he tenido el inmenso privilegio de alimentarme de más de 300 personas extraordinarias, llenas de sabiduría, coraje y compromiso.
Son grandes exploradores, pero también grandes contaminadores, capaces de contagiar a medio mundo. Se transforman en lluvia fina y van calando en el paisaje educativo de nuestro país. Hacen florecer lo mejor de nuestros niños y jóvenes.
Sin estas personas yo no hubiera atinado a escribir El aprendizaje-servicio en España: el contagio de una revolución pedagógica necesaria.
Lógicamente, no he podido colocar todos sus nombres en el capítulo de agradecimientos. Por eso los he escrito en esta página.
A todos vosotros, excelentes compañeros y compañeras, más allá del reconocimiento profesional, os estoy absolutamente agradecida por vuestra generosidad y afecto.
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