Una vez estuve en Popayán (Colombia) con los niños y niñas de la Escuela Los Comuneros, que cultivaban huertos en espacios baldíos para promover la agricultura urbana y la alimentación saludable en su ciudad.
La clave de su éxito era sin duda el empeño y la ilusión que ponían en la tarea. Y la tierra colombiana, muy fértil, hace que todo crezca rápido y grande… ¡muy gratificante!.
Por ello me quedó la sensación de que una experiencia como ésta no podía ser, en nuestro país, tan inmediata y agradecida como en Colombia.
Los tiempos de la siembra y recolecta no acaban de casar ni con el calendario escolar ni con la proverbial impaciencia de nuestros niños y niñas.
Para colmo, nuestro seco y caluroso verano, con las escuelas vacías, puede acabar tostando y agostando los buenos propósitos.
Sin embargo, en la 3a Jornada de Aprendizaje-Servicio de L’Hospitalet de Llobregat, dos miembros del Consell de Nois i Noies (Consejo de chicos y chicas de la ciudad) nos aportaron una idea brillantísima: En lugar de cultivar su propio huerto, colaboraron con entidades sociales que necesitan uno.
Para ello, los niños y niñas aprendieron cómo plantar y cuidar semillas para que produjeran plantines, con la finalidad de trasplantar éstos a los huertos de las entidades.
Además de familiarizarse con las tareas de jardinería, el alumnado compartió sus conocimientos y el producto tangible de su trabajo con la ciudadanía. Y como que en este proyecto se implicaron y colaboraron diversos centros educativos, la red social se hizo más densa y más sólida.
¿A que es una buena idea?
¡Sí, una idea estupenda! A veces olvidamos lo importante que es levantar la cabeza de nuestra parcela, de nuestro huerto, para así poder ver qué se está haciendo (nosotros y el resto). Da gusto poder aprender tanto de/con los demás, a golpe de hazada, de ratón o de palabra en viva voz. ¡Gracias por ofrecernos tanto en cada post!
Molt bona pensada! M’has fet recordar al meu pare!!! Com a bon pages hagures estat molt content!!! Gracies!