La felicidad es una forma de resistir, dijo Ángel Gabilondo, exministro de Educación, en el curso Repensar la educación innovando y con equidad. Una nueva escuela para toda la infancia.
Sorprendentemente -por el olor a vacaciones, por el calor asfixiante, por la epidemia de pesimismo…- este curso de la Cátedra Unesco de la Universidad Pública de Navarra reunió a más de 200 personas, deseosas de ir más allá del informe Pisa y de la simplificación del fracaso escolar.
En su espléndida conferencia, Gabilondo señaló la exclusión del conocimiento y la falta de afecto como factores clave en el fracaso en la vida. Y afirmó que el contagio -la contaminación, que decía Ortega y Gasset- es la forma fundamental de educar.
A continuación tuvimos el lujo de disfrutar de Juan Carlos Tedesco, exministro de Educación. Nos aclaró cómo en el nuevo capitalismo la exclusión se vive como un fracaso personal, individualizado, no como una explotación colectiva, de clase.
Romper el determinismo social implica enlazar estrechamente educación y justicia: Es necesario construir una escuela justa, capaz de brindar buena educación a todos y, al mismo tiempo, capaz de generar fuertes niveles de adhesión a la justicia.
Creo que ambos iluminaron el camino. No hay mejor brújula que la suma de felicidad y justicia para no perderse en esta selva de incertidumbres.
Por eso he colocado esta foto del campamento, recién finalizado, de los jóvenes “actores sociales” colombianos: felices y anhelando justicia.
Por cierto… ¿no pudimos mantener a Ángel y a Juan Carlos un poco más como ministros?
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