Estoy fascinada con Super 8, la última de Spielberg con J.J. Abrams. Sin ser una película redonda, me parece buena, llena de nostalgia, poesía y sueños de infancia.
¡Lo más parecido a una Aventura de los Cinco en curiosa versión siglo 21 interpretando el final de los 70!.
Tiene una arrancada genial y un argumento seductor, alrededor de una pandilla de niños, auténticos emprendedores, enzarzados en la tarea de grabar su película de super 8, con la que van a presentarse a un concurso.
De acuerdo: la película se nos lía un poco con el rollo alienígena, pero en conjunto es disfrutona, con la sorpresita final de “la película dentro de la película” mientras desfilan los títulos de crédito, en una divertida parodia del cine de Hitchcock.
¿Demasiados efectos especiales? ¿Demasiado gringa? Bueno, tal vez sí. No será una película para merecer un Óscar, pero reconozcamos que a veces obras que no son la maravilla más grande del mundo resultan sin embargo encantadoras, sugerentes y te hacen feliz durante un rato… Algo parecido a lo que nos pasó a muchos con Midnight in Paris de Woody Allen.
Que el cine es una estupenda herramienta educativa lo sabemos o lo intuimos los educadores, sobretodo en los momentos en que es necesario enhebrar la realidad con los sueños, las emociones con los conocimientos.
Creo que aquí contamos con muy buenas experiencias consolidadas, como la de Drac Magic o Teleduca en Cataluña, o el programa Cine y Salud del Gobierno de Aragón.
Una buena noticia para profesorado y educadores cinéfilos: del 14 al 16 de octubre se va a celebrar en Madrid el 1er Congreso Cine y Educación. ¡Habrá que ir a aprender a aprovechar mejor la magia del cine!.
Comentarios recientes