Este verano primaveral y suave de Barcelona me está regalando pequeñas sorpresas. Una ardilla trepando despreocupada por el tronco de un pino del jardín del palacio de Pedralbes, cuando yo creía que en una ciudad sólo vería ardillas en el Retiro.

O la vitalidad desbordante de mis dondiegos en la terraza… ¡incluso podándolos sin piedad y metiendo los brotes en jarrones echan raíces! A diferencia de otros julios resecos y fatigados, éste nos trae naturaleza fresca y despistada.

Pero tal vez la sorpresa más grata es la del Espacio Jardí Miquel Martí Pol, un jardín abierto a la ciudadanía, creado por estudiantes de Terapia Ocupacional de la Universidad de Vic y personas en riesgo de exclusión social relacionada con la salud mental, la pobreza o la inmigración. Hace tiempo que existe esta iniciativa, pero yo prácticamente la acabo de descubrir.

Se trata de un excelente proyecto de aprendizaje-servicio destinado a crear belleza, sentido, retorno a la sociedad de aquellos que han vivido muchos años lejos del pueblo, como decía Miquel Martí Pol, uno de los poetas catalanes más queridos.

Sin embargo, el valor terapéutico del jardín no se limita a los jardineros. También los vecinos necesitamos la terapia de los pequeños espacios naturales en las zonas urbanas.  Recuperar el tacto, el olfato, la mirada y la calma… porque la belleza también es nuestro patrimonio.

Te dejo una explicación más detallada del proyecto.

 

 

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