Canciones épicas, de protesta, de denuncia, de mani o de fuego de campamento… canciones que todo el mundo sabía, por lo menos el estribillo, a esas canciones me refiero.

Bueno, pues hablábamos con Joan Solé Amigó de que parece que casi nadie las canta ya.

¡Rectifico! Hace unos días, en el metro de Barcelona, un grupo de amigotes del tipo “vamos a celebrar la despedida de soltero y se va a enterar todo el mundo”, gritaba una versión libre del No nos moverán al homenajeado, disfrazado de mariposa con alitas y todo. La imaginativa letra repetía machaconamente El Xavi se nos casa, lé, leré, leré…

El caso es que cantar juntos, aunque sea destrozando canciones, algo tiene que une, que identifica, que construye. Claro que, puestos a construir, mejor que sea algo bonito y nos eleve un poquito, porque para caer en el barro ya tenemos oportunidades.

Por eso, hace un montón de años, cuando daba clases a monitores de tiempo libre, siempre empezábamos cantando. Luego se acabó. ¿Nos daría vergüenza? ¿Nos parecería infantil? ¿Dejamos de encontrarle sentido? No lo sé.

Pero me alegro que Joan se haya decidido a publicar este libro: 50 anys de cançons, que recoge una selección de canciones “históricas” a las que puso letra, canciones que son recuerdos que nos quedan de una época épica.

La nostalgia, como el vino, hay que dosificarla porque puede hacer daño. Pero una copita para saborearla, de vez en cuando, nos la podemos permitir.

Y en este caso, qué quieres que te diga, a mí me gustaría que también sirviera para volver a encontrar el gusto de cantar.

 

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