¿Cuáles son los primeros empleos de los adolescentes, sus primeras experiencias laborales? ¿Qué valor formativo tienen para ellos? El miércoles pasado apareció un artículo sobre La inmersión de los jóvenes en el mundo laboral que me dio que pensar.
El reportaje reunía algunas afirmaciones de las que disiento, aunque comprendo la preocupación de los expertos consultados por la calidad del trabajo y la calidad de la formación.
La primera afirmación, a mi entender discutible, es que lo ideal es formarse para luego acumular experiencia. Dicho así podría parecer aconsejable no trabajar hasta que uno no acabe los estudios… ¡o sea bastantes años!
La segunda afirmación con la que disiento es que “si el trabajo no está relacionado con los estudios el impacto es cero o negativo”.
Es verdad que existe el riesgo de quemar etapas y orientarse en una dirección estéril, pero empezar a trabajar mientras se estudia, aunque sea sólo un poco, o de manera intermitente, o sólo en verano… aporta muchas cosas valiosas a la misma formación del estudiante. Incluso si el trabajo no tiene nada que ver con lo que está estudiando.
Reconozco que hace años yo opinaba diferente. Cuando mi hija, que estudiaba enfermería, me anunciaba que en verano había encontrado trabajo de dependienta en una tienda de moda o de material deportivo, ciertamente me parecía que podía ser una pérdida de tiempo.
Estaba equivocada. No lo era en absoluto. Fue una experiencia extraordinariamente formativa el hecho de trabajar de cara al público, cumplir un horario, negociar un salario, enfrentarse a clientes insatisfechos, a pequeños hurtos o a auténticos cleptómanos, tener que lidiar con compañeros de trabajo irresponsables, cuadrar la caja, abastecer el almacén, tejer una buena relación con veteranos y novatos…
Era una práctica riquísima en el ejercicio de lo que hoy finamente llamaríamos competencias transversales: aquellas que hay que dominar sea cual sea tu ámbito profesional. Por eso creo que hay que animar a los adolescentes a trabajar en cuanto tengan edad para hacerlo. Aunque sea un trabajo breve y sin relación con sus estudios.
Vivir mucho tiempo en el olimpo de los estudios, sin saber lo que vale un peine, es elevar la adolescencia al cubo. Y no hace falta. ¿verdad?
Comentarios recientes