Ayer emitieron por la TV3 un estupendo reportaje sobre la UTE, Unidad Terapéutica Educativa, del Centro Penitenciario de Villabona, en Asturias. Es un proyecto impulsado por Faustino García Zapico, educador de prisiones, con quien tengo el honor de compartir grupo de emprendedores sociales de Ashoka.
Transformar la prisión en espacio educativo no parece tarea fácil. Faustino y Begoña Longoria, trabajadora social, empezaron a pensar cómo hacerlo y finalmente lo han conseguido.
De esta experiencia increíble me llaman la atención muchas cosas positivas. Sólo citaré algunas: la extraordinaria dignidad de los presos cuando asumen su papel de cuidadores de sus compañeros; las similitudes metodológicas con la pedagogía makarenkiana, que siempre me ha parecido de lo más coherente; la incorporación, en el conjunto de actividades, de una clara práctica de aprendizaje-servicio: la obra de teatro que llevan a cabo los presos en los institutos, para concienciar a los estudiantes de los problemas asociados al consumo de drogas.
Confianza y apoyo personal, esfuerzo y disciplina, parecen ser el camino más razonable para conseguir una prisión alternativa.
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