No me acabo de acostumbrar, lo confieso.

La situación es la siguiente: Actividad de formación de profes, la que quieras, pero numerosa. Aula magna, o espacio considerable. Ponle doscientas sillas. Los participantes van entrando y ocupan, preferentemente, las tres últimas filas. Las tres primeras filas, desiertas.

La persona que organiza el evento invita amablemente a los participantes a que pasen delante. Incluso les intenta convencer argumentando que verán mejor los vídeos que se van a pasar. Nadie se mueve, si acaso se acerca un poquito más alguno de los sentados a partir de la cuarta fila. Pero los del fondo, ni se inmutan.

¿Por qué ocurre esto entre docentes, que seguramente han vivido en el aula la la misma situación con ese simpático alumnado que también suele ocupar las últimas filas, mas que nada porque todavía no aprendieron a traspasar la pared? ¿Les da igual tener a los jóvenes a dos kilómetros?

Barajo varias hipótesis para explicar este amor de los docentes en formación por el fondo de la sala:

  1. Tienen que marchar, por motivos inevitables, antes de acabar la sesión y creen que desde el fondo de la sala no molestarán cuando lo hagan. Es una buena explicación, incluso expresa respeto a los demás. ¡Lástima que eso les ocurra sólo a dos o tres personas! No es el caso del resto.
  2. Van a simultanear la sesión de formación con la consulta al facebook, whatsapp o van a corregir exámenes u otras tareas docentes, que nada tienen que ver con la sesión a la que asisten. Bueno, tiene lógica. Si se ponen delante, va a ser más evidente que tienen la cabeza en otro lugar. Pero… ¿sale a cuenta tanta multitarea?
  3. Asisten a la formación porque no hay más remedio. No les interesa el tema, pero necesitan los puntos que otorga la asistencia a esa formación. Sigo pensando, en este caso, que de perdidos, al río. Ya que van a ir obligadso ¿no les sale más a cuenta intentar sacarle provecho?
  4. Es la revancha respecto a las situaciones similares vividas por ellos mismos como docentes con su grupo-clase: Ahora me toca a mi. De acuerdo, parece infantil, pero…

No sé si hay más variables, lo que sí sé es que cuando esto ocurre no lo resolvemos bien. Para no liarla, no llamamos la atención, por aquello de que ya somos todos mayorcitos. Pero al pasar por alto este asunto, por defecto lo consolidamos y asumimos como normal. ¿Lo es, tratándose de profes?

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