Estoy hasta las narices del permanente estímulo a la precocidad que sufren nuestros niños y niñas.

No tenemos bastante con atiborrarles de actividades complementarias a la agenda escolar, ¡no sea que el día de mañana no estén suficientemente preparados!.

No tenemos bastante con robarles horas de sueño a base de mantenerles despiertos hasta la medianoche, o casi, liderando el ránking de la infancia que menos duerme de Europa.

No tenemos bastante con fomentar el sedentarismo y dejarles que se intoxiquen pasando pantallas sin filtro ni límite, olvidando la necesidad y la alegría de moverse, esconderse, saltar, correr…

No, no tenemos bastante con todas estas agresiones. Necesitamos machacarlos todavía más. Y una buena manera es provocando una artificial y nefasta precocidad sexual, que los hace todavía más vulnerables.

Este vídeo impactante ¿Qué tipo de contenidos culturales consumen tus hijos? resume muy bien la banalización de la precocidad, incluso la popularidad que goza.

Pero aparte del maltrato que representa esta hipersexualización impuesta a la infancia, me temo que en ella, además, las principales perdedoras son las niñas.

Porque reproduce el estereotipo servil y rastrero de considerar que la principal identidad sexual de la mujer es ser objeto de satisfacción para el varón.

Inoculado antes de alcanzar el pensamiento abstracto y la madurez emocional, este concepto parasita la autonomía y la libertad de la mujer y se vuelve mucho más difícil de combatir.

Como un virus letal, la precocidad en la infancia es un indicador más de la decadencia de nuestra frágil civilización.

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