Abuelito HeidiTe preparan pastelitos, te cuentan cuentos, te arropan por la noche… ¿quién no quiere tener cerca alguien así? Clavaditos al abuelito de Heidi o a la abuelita de Caperucita.

Y sin embargo, no sólo las buenas personas envejecen. Una se deja llevar por la ilusión de Heidi o de Caperucita y se olvida de que también envejecen los individuos indeseables, los tóxicos, los despóticos.

Personas que con el tiempo han elevado al cubo su capacidad para hacer daño, le han pintado simpáticas arruguitas  y la han abrigado con la bufanda de la desmemoria.

Y de paso todos confundidos, sintiéndonos culpables de no sentir por ellas el cariño y el respeto que deberíamos sentir.

Afortunadamente, la mayoría tenemos abuelitos de Heidi y abuelitas de Caperucita. La mayoría de los ancianos son buena gente sencillamente porque la mayoría de la gente es buena gente, aunque las personas molestas y odiosas siempre se notan más.

Los años no nos regalan los frutos que no sembramos antes y el mejor regalo para nuestros hijos y nietos es cultivar el huerto sin descanso.

 

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